No tengo muchas ganas de escribir, pero no quiero dejar tirado el blog, asique voy a poner un fragmento de un texto que escribí a los 15. Era de un trabajo para el colegio & recuerdo que lo hice una tarde no muy buena para mí, me lo mandaron a hacer de un día para el otro & parecía que el mundo estaba en mi contra & nadie quería que lo termine. Pero lo hice & este fue el resultado:
En un principio Raymond actuaba con desconfianza, su cara lo delataba. Le era imposible mirarme, perseguirme con sus ojos en cada movimiento que hacía. Los primeros minutos de conversación me sentí muy incómodo, sentía que muchas miradas se focalizaban en mí, me sentía el centro de atención, pero a la vez invadido, algo embarazoso.
En el momento en el cual lo empecé a contar mi mala experiencia con Gregorio, fue justamente en ese momento en el cual sentí un gran alivio. Las cosas empezaron a fluir con naturalidad, parecería que me conociera de toda la vida. Nos unió un solo punto: nuestra mala experiencia con Gregorio.
Le hablé acerca del dinero que le había prestado y de su desaparición repentina. De repente la cara de Raymond cambió totalmente. Era una expresión rara. Indescriptible. Una mezcla de angustia, impunidad y agresión. Sus ojos se tornaron raros. Parecía como si quisiera llorar, pero la vez se notaba fuerte. Hubo un silencio muy incómodo. Duró diez minutos aproximadamente. Él estaba sentado, mirando un punto fijo. Parecía que no se daba cuenta que yo seguía ahí. Parecía hipnotizado.
De repente, su ánimo cambió en un abrir y cerrar de ojos. Se puso muy furioso y me empezó a contar cosas que nunca imaginé.
- Él, Gregorio.- Dijo con una voz que me dio escalofríos.- (..)
Mi mente estaba en blanco. Aunque sus palabras eran claras, precisas y fluían de su boca con total naturalidad, tenía la cabeza en otro lugar.
Escuchaba y tenía uso de razón de lo que decía. Pero a la vez mi mente imaginaba lo que podría llegar a decir. Tenía miedo, pero estaba entusiasmado. En esa habitación los sentimientos cambiaban cada minuto, los estados de ánimo pasaban de un extremo al otro en un momento. Había un ambiente tenso, pero confiable. Agresivo, pero con los sentimientos más puros a flor de piel. Era frágil, pero rígido. Raro.
Por un momento me di cuenta que mi imaginación había superado la realidad y ya no estaba escuchando sus palabras, solo imaginando cuanto odio, rencor, amor, tristeza y una mezcla de innumerables sentimientos se escondían detrás de esa alma. Qué había en su mente, en especial cuando se lo mencionaba a ese sujeto que pareciera que le había arruinado la vida. Mi mente voló.
Volví a la realidad, y me di cuenta que ya me había perdido mitad de su relato, pero creo que nada interesante. Él seguía hablando de su amistad con Gregorio. Una descripción un tanto extraña. Por momentos, había un brillo especial en sus ojos cuando hablaba de su viejo amigo, como si hoy en día todavía lo siguiera amando como a un hermano. Pero en un segundo, esos amorosos sentimientos, cambiaban a los peores que una persona pudiera tener.
Decidí dejar de lado a mi inquieto instinto, para poder prestarle atención a las palabras de Raymond.
- Él. ¡Fue él! (..)
Sus ojos se llenaron de lágrimas. Se paró, dio media vuelta y se quedó observando una pintura al óleo que había en la pared. Traté de recapitular toda la información, todo lo investigado y lo dicho por este sujeto.
-Creo que lo mejor- dije con una voz un tanto extraña- será que vuelva otro día. Se está haciendo tarde, y debo regresar a casa.
Asintió con la cabeza de modo suave. Acto seguido siguió mirando ese cuadro. Estaba dirigiéndome a la salida, pero algo me interrumpió. Fue Raymond. Sus ojos estaban un tanto vidriados, rojos. Su mirada transmitía una gran angustia.
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